Santificación y Pecado Original

Santificación y Pecado Original

Santificación y Pecado Original

Reinhold Niebuhr afirmó una vez que el pecado original “es la única doctrina empíricamente verificable de la fe cristiana”[1]. Con esto quiso decir que solo necesitamos mirar la historia humana para creer en la realidad del pecado original. Esta doctrina se remonta al jardín del Edén, donde nos encontramos con nuestros primeros padres: Adán y Eva. En Romanos 3:23, Pablo dejó en claro que “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”. Pablo describió el pecado como “fallar al blanco”. Según Pablo, este es el estado de toda la humanidad. El hecho que la humanidad esté destituida de la gloria de Dios significa que no ha podido vivir a imagen y semejanza de Dios[2]. Como tal, la santificación o santidad se refiere a la restauración de Dios de nuestras almas para que podamos reflejar con precisión la imagen divina.

Una comprensión del pecado debe basarse en una comprensión adecuada de la humanidad. En el entendimiento hebreo, cuando Dios creó el Adán (la humanidad) era “carne” (basar)[3]. Es este basar el que es alentado por el Espíritu (ruach) de Dios. en Génesis capítulo 3, la desobediencia es la causa de la “condición de debilidad y mortalidad”[4] humana. Esto no quiere decir que la carne sea mala, sigue siendo parte de la buena creación de Dios, pero ha sido estropeada pro el pecado. En el Nuevo Testamento, la palabra “carne” se traduce de la palabra griega sarx. Aunque la carne no es mala, uno no debe vivir “según la carne” (kata sarka) o tener “la mente de la carne” (Phronema sarkos). Tener carne no es pecado: es vivir para la carne, estar motivado por metas y valores meramente humanos; en resumen, es una mentalidad egocéntrica que es pecaminosa.[5]

John Wesley habló de este egocentrismo cuando escribió: “Y así el hombre fue creado mirando directamente a Dios, como su fin último: pero, cayendo en el pecado, se apartó de Dios y se volvió a sí mismo”[6]. La solución a este egocentrismo es “un nuevo afecto: el amor que excluye el pecado”[7].

Incluso después de haber sido salvos y santificados, el efecto del pecado original y la caída aún permanece. Wesley estaba consciente que las imperfecciones y las debilidades aún permanecerían dentro de la vida cristiana incluso después de la salvación, pero que la transgresión deliberada de una ley conocida de Dios puede y debe ser evitada por alguien que ha experimentado el amor de Dios. Esta distinción nos ayuda como wesleyanos a afirmar “que el pecado no es inevitable, necesario o perpetuo en la vida cristiana”[8]. Siempre permaneceremos como criaturas caídas con impulsos fisiológicos desordenados. Además, todavía estamos moldeados por nuestra educación y contextos familiares y culturales, de los cuales incluso los hogares y culturas más cristianos todavía tienen sus disfunciones.[9] Pero para el cristiano, la gracia de Dios por el poder del Espíritu purifica las intenciones de nuestro corazón para evitar transgredir voluntariamente la ley de Dios.

La eliminación del pecado innato no es un fin en sí mismo; es un medio para un fin. Para Wesley, la plenitud del amor era el final de la santificación.[10] Como tal, la perspectiva de Wesley tiene como enfoque el amor y no el pecado. [11] El amor del que habló Wesley era el amor a Dios y el amor al prójimo: desde el nuevo nacimiento, el amor aumenta en la vida del creyente hasta que alcanza la madurez. [12] Wesley estaba consciente que “el amor excluye el pecado” y el corazón ciertamente no deja espacio para el pecado. En este sentido, la santidad “tiene un contenido positivo”.[13]

Wesley nunca consideró que el pecado tuviera la última palabra. Dios ofrece la victoria sobre el pecado con la salvación completa.[14] Wesley declaró: “Es exactamente una convicción, operada por el Espíritu Santo, del pecado que aún permanece en nuestro corazón, del Phronema sarkos, los designios de la carne, que “todavía permanece”… Aunque ya no reine más… la tendencia de nuestro corazón al egocentrismo, al ateísmo, a la idolatría; y sobre todo a la incredulidad”[15]. Al tratar de comprender la santificación dentro de los corazones influenciados por el pecado original, debemos resistir la tentación de “hacer de esto la base de una doctrina de la santificación cristiana”[16]. Hacerlo equivaldría a tratar de “comprender la luz en términos de oscuridad”: es el pecado el que debe entenderse en términos de santidad y no al revés.[17] Sin embargo, ya que estamos limpios del pecado, la conexión entre la santificación y el pecado original debe ser considerada seriamente. El pecado mismo es de hecho “la mayor amenaza para la santidad”[18].

La doctrina de la gracia es crucial para la comprensión wesleyana del pecado original. Wesley estaba consciente de que el crecimiento en la gracia da como resultado una conciencia más profunda de la realidad de lo que él llamó “pecado innato”. Wesley escribió:

La convicción que tenemos del pecado innato es más profunda cada día. Mientras más crecemos en la gracia, más compungidos nos sentimos por la iniquidad de nuestro corazón. Mientras más avanzamos en el conocimiento y el amor de Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo… más comprendemos nuestra separación de Dios, la enemistad que hay en nuestra mente carnal, y la necesidad de una completa renovación de nuestro ser en justicia y verdadera santidad.[19]

No debemos pensar que la santificación y la justificación suceden una tras otra. Para Wesley “el principio de santificación es en el nuevo nacimiento, el momento de la regeneración, que es simultáneo con la justificación” [20]. Debe quedar claro, sin embargo que, si bien la santificación ha comenzado, no está completa en esta etapa. La santidad para Wesley implicaba “ser purificados del pecado, ‘de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu’ (2 Corintios 7:1)”[21].

Está claro que una teología wesleyana no puede articular correctamente una comprensión de la santificación sin relacionarla con la doctrina del pecado original. Debido a que la humanidad es pecaminosa por naturaleza, necesita ser santificada por completo. La restauración de la humanidad a la imagen de Dios es la meta del cristianismo.

Gift Mtukwa es presidente del departamento y profesor de estudios bíblicos en Africa Nazarene University en Nairobi, Kenia.

Holiness Today, January/February 2021

           

 

[1]   Reinhold Neibuhr, La naturaleza y destino del hombre Vol. I (New York: HarperCollins, 1996), 228-231.

[2] H. Ray Dunning, Gracia, Fe y Santidad (Kansas City: Beacon Hill Press of Kansas City, 1988), 276.

[3]   Walter Brueggemann, Teología del Antiguo Testamento: Una Introducción (Nashville: Abingdon Press, 2010), 452.

[4]   T. A. Noble, T. A. Noble, Holy Trinity, Holy People: The Historic Doctrine of Christian Perfecting (Santísima Trinidad, Pueblo Santo: La Doctrina Histórica de la Perfección Cristiana) (Eugene: Cascade Books, 2013), 117.

[5] Ibid., 118

[6] Dunning, Gracia, Fe y Santidad, 277

[7] Noble, Holy Trinity, Holy People (Santísima Trinidad, Pueblo Santo), 124.

[8] Diane Leclerc, “How Do We Define Sin?," in Essential Beliefs: A Wesleyan Prime  (“¿Cómo definimos el pecado?" en Creencias Esenciales: Una Introducción Wesleyana), ed. Mark A. Maddix and Diane Leclerc (Kansas City: Beacon Hill Press of Kansas City, 2016), 76.

[9]   Noble, Holy Trinity, Holy People (Santísima Trinidad, Pueblo Santo), 125.

[10] Ibid., 86

[11] Herbert McGonigle, Scriptural Holiness: The Wesleyan Distinctive (Santidad Bíblica: El Distintivo Wesleyano) (England: Flame Trust, 1995), 20.

[12] Noble, Holy Trinity, Holy People (Santísima Trinidad, Pueblo Santo), 87.

[13] Leclerc, “How Do We Define Sin?" (¿Cómo definimos el pecado?), 78-79.

[14] Randy Maddox, Gracia responsable: Teología práctica de John Wesley (Nashville: Kingswood Books, 1994), 83.

[15]   John Wesley, “El Camino de la Salvación según las Escrituras" (Sermón 43), Las obras de Juan Wesley, ed. Richard Heitzenrater (Nashville: Abingdon Press, 2005) 2:165.

[16] Noble, Holy Trinity, Holy People (Santísima Trinidad, Pueblo Santo), 114.

[17] Ibid. 116.

[18] Leclerc, “How Do We Define Sin?" (¿Cómo definimos el pecado?),75.

[19] Wesley, “Sobre el Sermón de Nuestro Señor en la Montaña” (sermón 21) Works, 1:428f.

[20] Noble, Holy Trinity, Holy People (Santísima Trinidad, Pueblo Santo), 80.

[21] Wesley, “La Circuncisión del Corazón” (Sermon 17), Works, 1:402.

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