Una Oración de Nehemías De Nehemías 1

Una Oración de Nehemías De Nehemías 1

Recuerdo la primera vez que me subí a una gran montaña ursa. Yo tenía unos 9 años. Mi familia estaba de vacaciones de verano y visitamos World of Fun en Kansas City. La Mamba acababa de abrir el año anterior y fue promocionada como ¡una de las montañas rusas más altas, largas y rápidas del mundo!

Me subí al carro con mi mamá. Bajamos la barra de regazo para que descansara sobre nuestras piernas. Fue en ese momento que comencé a tener una batalla interna. ¿Realmente quiero hacer esto?

Levanté la barra de mi regazo, no porque quisiera salir sino para asegúrame de que estuviera a la altura de la tarea que tenía que cumplir, el propósito de mantenerme segura en el carro. Fue reconfortante que no importaba cómo tirara de la barra en el regazo, ésta no se movía. Solté un pequeño suspiro de alivio. Sabía que estaría a salvo.

En Éxodo 34:6-7 Dios pronuncia su nombre a Moisés y al hacerlo revela su carácter a los israelitas. Él dice: “El Señor, el Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento para la ira, y gran en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después y que perdona la maldad, la rebelión y el pecado; pero no tendrá por inocente al culpable …”

La oración de Nehemías hace eco de Éxodo 34 al reconocer la fidelidad de Dios. Él ora: “Señor, Dios del cielo, grande y temible, que cumples el pacto de amor…” (1:5)

Es fascinante que después de años de exilio, Nehemías no sólo fuera consciente del carácter de Dios, sino que también lo declara de manera práctica. Sabía que Dios verdaderamente es “grande y temible… que guarda su pacto de amor…” Nehemías también oró de tal manera que creyó que Dios lo escucharía a pesar de la rebelión y la infidelidad del pueblo de Dios.

Considero que comprobar la seguridad del cinturón de seguridad de la montaña rusa es una analogía útil para esta oración. Probé la barra del regazo porque quería asegurarme de que aguantaría. El pueblo de Dios continuó probando y viendo si Dios permanecería fiel a los pactos que hizo con Abraham y Moisés.

Una y otra vez, a lo largo del Antiguo Testamento, se revela el carácter de Dios, y Dios es fiel a sus pactos en todo momento.

Nehemías recuerda la promesa: “Porque el Señor su Dios es un Dios compasivo que no los abandonará ni los destruirá; tampoco se olvidará del pacto que mediante juramento hizo con sus antepasados” (Deuteronomio 4:31)

La oración de Nehemías es un recordatorio de la fidelidad de Dios. El pueblo de Dios fue infiel una y otra vez. Dios todavía los amaba. Sin embargo, tuvieron que afrontar las consecuencias de su infidelidad. De hecho, una gran parte de la oración de Nehemías fue arrepentirse y confesar sus pecados de rebelión. Nehemías no intentó defender la infidelidad ni poner excusas. No, el se hizo cargo de la infidelidad de todo el pueblo y se metió a si mismo en esa infidelidad también.

Luego Nehemías actuó con fe para hablar con el rey de Persia y pedirle permiso, recursos y seguridad para regresar a Jerusalén y reconstruir el muro. Dios se movió en el corazón del rey y la petición de Nehemías fue concedida.

Hubo gran expectación cuando se completó el muro. Esdras dirigió al pueblo en un tiempo de renovación espiritual y el pueblo se arrepintió de su infidelidad. A Nehemías le pareció que ésta sería la venida del reino de Dios que estaba profetizada. Sin embargo, al final del libro de Nehemías, el pueblo volvió a ser infiel y Nehemías quedó devastado. Descarga su ira contra la gente y ora para que Dios recuerde que él hizo lo mejor que pudo.

A veces miramos el libro de Nehemías como modelo de liderazgo. Aunque hay algunas buenas ideas sobre el liderazgo en las páginas de Nehemías, el panorama más amplio es la fidelidad de Dios. Dios cumple sus promesas.

Al comprender a Nehemías y su oración a la luz de toda la historia de las Escrituras, vemos que para permanecer fiel a Dios, el pueblo de Dios necesitaba más que un nuevo templo y nuevos muros: necesitaba nuevos corazones. Para que esta transformación suceda, sería necesario que Jesús el Mesías, Hijo del Dios Vivo, muriera y resucitara.

No podemos ganarnos un corazón nuevo ni el amor de Dios. El amor de Dios se nos ofrece gratuitamente y podemos responder a la gracia de Dios que obra en nuestras vidas y recibir un corazón nuevo. En humildad, como se muestra en esta oración de Nehemías, podemos confesar nuestros pecados y buscar la voluntad de Dios sobre cómo podemos ser utilizados para lograr la sanidad que se necesita en este mundo herido y quebrantado.

Ánimo, hermanas y hermanos, porque una y otra vez Dios nos ha demostrado su fidelidad pase lo que pase. Cuando probé la barra del regazo en la montaña rusa, se mantuvo firme y me garantizó un viaje seguro. Dios es fiel y su fidelidad se encuentra en su amor inagotable, aunque no somos mejores que el pueblo de los días de Nehemías. Tenemos la esperanza del Jesús resucitado. ¡Nuestros corazones pueden renovarse!

 

Cara Shonamon es pastora principal de Village Community Chrurch of the Nazarene en Basehor, Kansas, EE.UU.

 

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