El arte del discernimiento

El arte del discernimiento

En el Nuevo Testamento la palabra discernir tiene sus raíces en la palabra griega anakrino. Significa distinguir, separar mediante la búsqueda diligente, examinar. El discernimiento es la capacidad de discriminar o tomar determinaciones de forma adecuada. El discernimiento está relacionado con la sabiduría. Se dice que la misma Palabra de Dios discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (Hebreos 4:12).

Podemos aprender sobre el discernimiento piadoso a través de muchas Escrituras. El rey Salomón era conocido por su poder de discernimiento, tomando decisiones sabias y juicios morales (1 Reyes 3:9,11). Los cristianos de hoy también deben discernir. Pablo oró para que los creyentes “discernieran lo que es mejor hasta el día de Cristo” (Filipenses 1:10).

Por supuesto, Jesús es el máximo ejemplo de lo que significa vivir una vida con discernimiento. Muchos cristianos todavía invocan el famoso eslogan del brazalete “WWJD” (¿Qué haría Jesús?) para ayudarlos en el proceso de discernimiento. A menudo la toma de decisiones de Jesús parece contraria a la intuición para el lector casual de los Evangelios. Podríamos preguntarnos si WWJD debería haberse reimpreso como PEJPNSHMEES: “¡Para empezar, Jesús probablemente no se habría metido en esta situación!”. Al examinar de cerca podemos ver que Jesús ejerció un discernimiento extraordinario con respecto a los motivos, las actitudes e incluso la profundidad del compromiso de las personas. Pudo hacer esto sin que pensaran que era de carácter sospechoso.

Jesús intencionalmente se sumergió en una vida de intimidad con el Padre. Se acercó activamente, estudió la Palabra con determinación y observó a Dios obrar reflexivamente alejándose para pasar tiempo con el Padre. Esta intimidad le dio discernimiento espiritual, la capacidad de pensar los pensamientos de Dios y percibir todo desde la perspectiva de Dios. Juan 5:19 confirma que Él y el Padre tienen un mismo sentir. “Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su Padre hace, porque cualquier cosa que hace el Padre, la hace también el Hijo”.

Otro ejemplo increíble de tal discernimiento se describe en Juan 2:24-25 “Jesús no confiaba en ellos . . . pues él conocía el interior del ser humano”.

Lo que Jesús hizo fue permanecer constantemente en el Padre, amando a todos, desde los discípulos con sus altibajos hasta los pecadores más evidentes. Siempre estuvo en sintonía con la gracia y la verdad, mostrándole a las personas el perdón y llamándolas a una vida más profunda de entrega y a su semejanza. En lugar de especular sobre qué haría Jesús, podemos comenzar mirando lo que hizo, mientras buscamos discernimiento en las circunstancias de nuestra propia vida.

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