La Historia de Thomas Cranmer

La Historia de Thomas Cranmer

La Historia de Thomas Cranmer

¿Qué pasa por la mente de un hombre el día en que va a ser ejecutado quemado vivo? Thomas Cranmer, que había sido el primer arzobispo Protestante de Canterbury y consejero cercano del rey Enrique VIII y su hijo, el rey Eduardo VI, fácilmente podría haber elegido la desesperación. Ya había sido despojado de sus cargos y posesiones, humillado y encarcelado durante dos años. No solo su cuerpo estaba a punto ser quemado, sino que parecía que el trabajo de su vida de reformar la iglesia también estaba ardiendo en llamas. Para empeorar las cosas, durante sus terribles meses en prisión, lo habían desgastado e intimidado para que escribiera o firmara una serie de retractaciones de sus propias creencias y escritos.

Cranmer se enfrentó a ese día de ejecución sabiendo que era una horrible manera de morir. Un año antes, había visto desde una ventana de la prisión cómo quemaban en la hoguera a dos colegas cercanos. La pila de leña debajo de uno de ellos no era lo suficientemente alta como para levantar una llama lo suficientemente grande como para matarlo rápidamente, por lo que el hombre gritó de dolor mientras veía arder sus propias piernas. La mañana en que Cranmer anticipó el mismo destino para él, decidió que no se iría en silencio. Planeó un último acto que sorprendería a todos.

Thomas Cranmer nunca podría haber predicho que su vida resultaría como lo fue. Cuando era joven esperaba vivir su vida como un erudito tranquilo y haber disfrutado de esa vida. Nació en 1489 y se educó en Cambridge, terminando su licenciatura, maestría y doctorado en teología. Fue una era de agitación y reforma en la iglesia, con las noventa y cinco tesis de Martín Lutero sacudiendo el mundo en 1517. Cranmer fue ordenado en 1520 y se instaló en una vida académica. Podría haberse quedado allí indefinidamente si no hubiera sido por el rey Enrique VIII y sus problemas maritales.

A través de conexiones familiares y personales, Cranmer le llamó la atención a Enrique VIII durante el tiempo en que el rey estaba tratando de arreglar la anulación de su matrimonio con su primera esposa, Catalina de Aragón, con quién no había tenido lo que más deseaba, un heredero varón. Al principio Cranmer no quería involucrarse en este espinoso asunto, pero el rey insistió y Cranmer ayudó a resolver la dificultad del rey con este matrimonio y con los otros que vinieron después. El rey finalmente nombró a Cranmer arzobispo de Canterbury y también lo apoyó y protegió a través de muchas amenazas en los años venideros mientras Cranmer lo servía obedientemente.

Como arzobispo Cranmer estaba interesado en mucho más que ayudar al rey a salir de sus matrimonios problemáticos. Cranmer quería reformar la iglesia. La reforma nunca es fácil, especialmente cuando las controversias políticas y teológicas se entrelazan tanto. Pero a media que la Iglesia de Inglaterra, con Enrique a la cabeza, se alejaba cada vez más de la Iglesia Católica, Cranmer encontró muchas oportunidades para ayudar a avanzar con los cambios que consideraba cruciales.

Un cambio que quería ver era que los cristianos en Inglaterra adoraran a Dios en su propio idioma. La mayoría de los feligreses asistían a los servicios de la iglesia, realizados en un idioma que desconocían y celebrando la misa que a menudo se consideraba poco más que una obligación para asegurar su salvación. No tenían un Biblia que pudieran leer, ni la escuchaban en inglés desde el púlpito. Incluso muchos ministros no estaban bien informado sobre su propia teología. Como señala Leslie Williams, biógrafa de Cranmer, “Una visita real a Glucester en 1551 reveló que de 331 ministros examinados, 171 no podían repetir los Diez Mandamientos en  inglés, 10 no podían repetir el Padre Nuestro, 27 no conocían al autor de la oración y 30 no pudieron decir dónde se encontraba”.[1]

Cranmer ayudó a llevar la Biblia en inglés a las iglesias y quería que las iglesias hicieran un buen uso de ella. En 1574, escribió el Libro de Homilías, que contenía sermones que los sacerdotes debían predicar sobre asuntos de fe y la Escritura. También se incluyó en él la idea de que la salvación viene solo por la fe y se basa en el don gratuito de la gracia de Dios, no en las obras. En 1549, Cranmer escribió el Libro de Oración Común, que el mismo revisó en 1552. Incluso hoy, millones de anglicanos en todo el mundo usan el Libro de Oración Común de Cranmer.

A lo largo de la vida de Cranmer, las diversas reformas enfrentaron resistencia, incluso en ocasiones con protestas públicas. A lo largo de los años, algunas reformas avanzaron y luego enfrentaron una reacción violenta antes de avanzar poco a poco nuevamente. Cranmer reunió enemigos peligrosos, pero el rey Enrique VIII lo protegió. Cuando Enrique murió y su hijo Eduardo VI subió al trono a los 9 años, Cranmer todavía encontró el favor real.

Todo eso cambió cuando Eduardo murió a los 15 años y la hija de Enrique, María, se convirtió en reina. Una católica ferviente, la reina María I arrestó y ejecutó a reformadores a un ritmo vertiginoso mientras intentaba que Inglaterra volviera al redil católico. Su ascensión al trono fue un desastre para Cranmer, quien había ayudado a arreglar la separación de Enrique con la madre de María, Catalina de Aragón. No pasó mucho tiempo antes de que arrestara, juzgara y despojara al arzobispo de su poder y cargo, y lo llevará a la ejecución.

En su último día, Cranmer fue llevado a un servicio religioso, donde las autoridades pensaron que era seguro dejarlo hablar, ahora que había firmado sus retractaciones. Pero una vez que se puso de pie para dirigirse a la multitud con comentarios en lo que se suponía debía denunciar sus propios libros y creencias, Cranmer sorprendió a la multitud al retractarse de sus retractaciones. Dijo que sus retractaciones habían sido “contrarias a la verdad que pensé en mi corazón y las escribí por temor a la muerte”. Continuó denunciando al Papa y “toda su falsa doctrina”.

La multitud atónita estalló, y Cranmer fue rápidamente sacado del escenario y llevado a la hoguera para ser asesinado. Los verdugos le ataron una cadena y le prendieron fuego a la leña. En el servicio de la iglesia Cranmer había dicho que su mano infractora, que había firmado sus retractaciones originales, sufriría primero. Cuando las llamas saltaron hacia él, Cranmer metió la mano derecha en la llama y la mantuvo allí. Sus últimas palabras fueron: “Señor Jesús, recibe mi espíritu . . . veo los cielos abiertos y a Jesús de pie a la diestra de Dios”.

La reina María I reinaría solo cinco años y, después de su muerte, la reina Isabel I ayudo a restablecer las reformas protestantes y la obra de Cranmer, que todavía resuena en toda la iglesia de la actualidad.

Joseph Bentz es profesor de Inglés y miembro del cuerpo docente del Honors College en la Azusa Pacific University.

 

[1] Leslie Williams, Emblem of Faith Untouched: A Short Life of Thomas Cranmer  [Emblema de una fe intacta: La corta vida de Thomas Cranmer], (Grand Rapids, MI: Eerdmans), 2016, 102.

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