John Wesley

John Wesley

John Wesley fue más un pastor y teólogo, matizado por una divinidad práctica, que un teólogo sistemático. Esto no quiere decir que Wesley no tuviera un sistema de creencias ni que fuera teológicamente poco ortodoxo. Pero su preocupación principal era de naturaleza pastoral; le preocupaba el estado del alma de la persona.

Sus creencias no se pueden separar fácilmente de su experiencia de vida. Su crianza como niño de la parroquia en Epworth; su experiencia cercana a la muerte a la edad de cinco años que lo hizo concluir que había sido apartado para un propósito divino; sus esfuerzos piadosos en Oxford; sus fracasos misionales en Georgia; su corazón que fue insólitamente reconfortado en Aldersgate. Su testimonio de que Dios lo salvó de ser un "medio cristiano", y sus numerosos sermones, ensayos y cartas, dan testimonio de una teología pastoral que tiene en cuenta el estado del alma de la persona.

Wesley se consideraba a sí mismo como un homo unius libri, es decir, "un hombre de un solo libro", en referencia a cómo la Biblia le dio forma a su vida. Ciertamente, leía otros libros con voracidad, pero las Escrituras jugaron un papel central. Apeló "a todo el tenor de las Escrituras",[1] no solo a una parte de ella, como una "regla completa de fe y práctica".[2] Si alguna vez se toma el tiempo para leer algunos de sus sermones o sus abundantes cartas y ensayos, descubrirá que era un hombre que no solo citaba la Biblia como pretexto para ganar una discusión teológica, sino que apelaba a la totalidad de las Escrituras. Usaba las Escrituras con fluidez en sus escritos como un artista con un pincel. La incorporaba a la perfección, de la tinta a la pluma, de oración a oración, y sin esfuerzo de un pasaje a otro. Es como pintar en un lienzo lleno de hermosas texturas y colores que se combinan para crear una obra exquisita. Es obvio que las Escrituras eran más que un consumo de conocimiento, ¡eran parte de quien él era!

Wesley quería salvar la mayor cantidad de almas y llevar a la mayor cantidad posible al arrepentimiento, y creía que cuando él se sentaba a leer la Biblia, esta le mostraba el camino al cielo. Consideraba que el mundo entero era su parroquia, así que pasó muchos años viajando de un lugar a otro y predicando el evangelio de la salvación a través de Jesucristo dondequiera que podía. Sin embargo, su ordo solutis (orden de salvación) era más que simplemente contabilizar las conversiones. No solo estaba tratando de llevar a alguien al cielo, sino que tuvo una teología que abarcaba la totalidad de la vida de una persona y el estado continuo de su alma.

Wesley constantemente desafiaba a quienes se comunicaban con él, preguntándoles si su fe se había enfriado o vacilado de alguna manera. A él le preocupaba saber si los creyentes se estaban "moviendo hacia la perfección", es decir, si estaban creciendo en la gracia de Dios.

Sus reuniones de clase dan testimonio de una teología que abarcaba el crecimiento espiritual. Estas reuniones fueron el equivalente a un grupo pequeño de rendición de cuentas en la actualidad. No se debía tomar a los grupos a la ligera. Los miembros se hacían preguntas difíciles como: ¿Soy honesto en todas mis hechos y palabras, o exagero? ¿Le transmito confidencialmente a otros lo que me fue dicho en confianza? ¿Soy celoso, impuro, crítico, irritable, quisquilloso o desconfiado?[3]

En el corazón de estas preguntas estaba la preocupación por la santidad en la vida del creyente. Wesley había comenzado a preocuparle una doctrina de predestinación que le daba a la persona licencia para pecar bajo el disfraz de la gracia. Incluso llamó a ese tipo de pensamiento una "abominación", ya que estaba profundamente perturbado de que "abriera la puerta a todo tipo de pecado".[4] Su comprensión de las Escrituras es que la gracia no era una excusa para justificar un comportamiento pecaminoso, sino que la gracia dada al creyente a través del Espíritu Santo es lo suficientemente poderosa como para cambiar las pasiones y los afectos del corazón humano.

Wesley creía que lo que distingue a los humanos de los animales es que los humanos son capaces de conocer y amar a Dios. Por lo tanto, tenemos la posibilidad de elegir qué hacemos con la gracia que se nos ha dado. Como Randy Maddox dice acertadamente, "Sin la gracia de Dios, no podemos ser salvos, y sin nuestra participación (empoderada por la gracia, pero no forzada), la gracia de Dios no salvará".[5] La comprensión bíblica de Wesley de la salvación se manifiesta en un concepto de santidad en el que una persona no solo es considerada como justa por la gracia de Dios, sino que en realidad es hecha justa a mediante la impartición continua de la gracia, a medida que el creyente coopera con el Espíritu Santo.

Si estudiamos la vida de Juan Wesley en su totalidad,[6] vemos a un hombre que tuvo que cambiar su comprensión de la fe de "Haz esto y vivirás" a "Cree en esto y vivirás". Toda su vida da testimonio de este cambio, ya que su fe se transformó de la fe de un siervo a la fe de un hijo. La vida de John Wesley fue una vida salvada por la gracia a través de Jesucristo, llena y empoderada por la gracia santificadora de Dios para amar al Señor con todo su corazón. Que así sea también para nosotros.

Gordon Smith es el pastor principal de la Primera Iglesia del Nazareno en Frankfort, Indiana.

 

[1] John Wesley, "Gracia libre", en Las obras de Juan Wesley, Vol. 7 Ed. Frank Baker (Grand Rapids: Baker Books, 2007), 380.

[2] Scott L. Jones, John Wesley's Conception and Use of Scripture (Nashville: Kingswood Books, 1995), 43.

[3] John Wesley, "A Collection of Forms of Prayer for Every Day int the Week", 1733.

[4] John Wesley, "A Letter to a Gentleman at Bristol", n.p., WJWBE en CD-ROM. Versión de 2005.

[5] Randy L. Maddox, Responsible Grace: John Wesley's Practical Theology (Nashville: Kingswood Books, 1994) 19.

[6] Si nunca ha leído sobre Juan Wesley o sus obras, le recomiendo que tome tiempo para leer: (1) Kenneth J. Collins, A Real Christian: The Life of John Wesley; (2) Mark K. Olson, John Wesley’s ‘A Plain Account of Christian Perfection’; (3) Cualquiera de Las obras de John Wesley en la edición de bicentenario con anotaciones de Albert C. Outler; y (4) Scott J. Jones, John Wesley’s Conception and Use of Scripture.

 

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